Estaba con L. comiendo en un café de chinos del centro, comí crujipollo, algo así como suadero pero de pollo y frito con salsa de soya, mucho pollo, mucho limón, mucho chile, mucha cebolla.
Mi pancita terminó inflamada, yo caminaba rápido, rápido, tratando de llegar con Rafa, que esperaba en Regina, mi panza protestaba porque todo el día me empeñé en apretar la túnica lo más posible.
REGINA 18, seguramente un miércoles por la tarde, el barcito sería un lugar ideal para echar chelas con aura y magu, pero nooo, los viernes por la noche se convierte en un lugar lleno de gente que, a mi parecer, simplemente se niega a asumir su edad.
Semi-treintones con mirada medio perdida entre la desesperación entender que ya las chelas no les pegan como antes y que ya no tienen dinero para beber según su edad; del otro lado, los chavitos recién dieciocheros que le entran duro, están ebrios y ligan ligan sin parar.
Curiosamente yo estoy en el rango ideal, con un salario suficiente para beber a gusto y con un poquito de jovialidad que aún hace que los treintones de mirada semi perdida lo apuesten todo, peeerooooo no, mi mood era demasiado cansada, demasiado formal, demasiado fuera de lugar.
Me puse a pensar que ya he perdido las ganas de pararme en un bar a beber beber y beber , y quejarme quejarme y quejarme de las cosas, a decir que soy buena para algo y estoy desperdiciada, lo cierto es que eso no es cierto, ni soy tan buena como he dicho, ni las cosas están tan bien como me gustaría que lo estuvieran.
Con el paso de las horas mi ánimo no se puso mejor, comenzamos a buscar el bar donde era la fiesta de 30 años de uno de nuestros amigos y me descubrí hablando de alguien que ya no quiero en mi vida y me descubrí también con mucha envidia de no gustar más de las fiestas y de no ir a la escuela.
Quería ser estudiante y tener mucha tarea para hacer de mala gana, mi estrategia de defensa fue hablar de la nueva chamba, como si trabajar en inglés para un diario en una sección que nadie lee fuese el premio mayor, lo cierto es que tampoco lo es y tampoco estoy segura de ser competente.
Para el final de la noche me cansé de ser la grinch de la reunión, todos bebían, y yo de lo más incómoda con la panza como globo y los ojos que se me cerraban de sueño.
Regresé en el auto de Reyna a la casa, mientras hablábamos de los amores insuperables y las ganas de salir corriendo a otros países.
1 comentario:
yo también creo que ya no busco borracheras como antes.
ya no se me antoja.
ya ni me llevo con los que me ponia ebria... ellos lo siguen haciendo.
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