lunes, 1 de marzo de 2010

Likes and dislikes

Mañana tengo un evento, es una presentación de un libro, hace un par de meses tuve una, empezó aburrido , siguió como un evento ameno donde me convertí en una socialité de petatiux y terminó como una de las peores indigestiones de mi vida (eso explica la parte de “de petatiux”).

Llegué corriendo, había mucha gente sentada alrededor de pequeñas mesas en el salón del hotel Nikko, a mi me gusta lo fastuoso de esos hoteles pero debo admitir que nunca he ido a algo ajeno al trabajo y me resulta trabajoso disfrutar del confort.

“Busca al monito, ubícalo, sácale una entrevistas y huye”, eso pensé cuando vi que no había ni agua para beber (es de todos bien sabido que evento de noche en hotel elegante es , de menos, buen trago seguro).

Terminó la presentación y fui con la señorita de prensa, -ahora gran cuatita-, le pregunté por el fulano en cuestión y me llevó directito.

Justo cuando estaba por finalizar la entrevista empezó el desfile de meseros: que tu copita de vino, que tu galleta con cochinada elegante, que tu cerveza, que tu brocheta de salchicha empanizada de wacala, que tus empanadas de pescado, que tus camarones.

Y yo tragando la saliva y preguntándole una cosa irrespondible tras otra, y el tipo –un gordito de sonrisa bien amigable- abría los ojos más de lo común cada vez que una charola se acercaba a más de tres pasos.

Me rendí, le dije que muchas gracias, que estupendo el libro, que tú y yo forever friends y veinte mil babosadas más. Me escabullí por un vinito y justo que me cae el chahuistle, la señorita de prensa me llevó a punta de pistola a conocer al tipo español director de la editorial, y ahí le voy.

No se cómo pero luego de que el fulano en cuestión criticara que la edición del periódico le manchaba sus delicadas y españoletas manos (y que obvio yo le respondiera con algo sutil pero llegador y rompemadres), empezamos a platicar así, de grandes compadres.

La charla se amenizó con toneladas de comida que llegaban sin parar, bocadillos orientales, luego como de cocina española y para rematar minipmabazos, miniquecas y mini gorditas.
Salí de ahí contenta por el vino y con la panza llena. Al otro día ni siquiera pude ir la oficina del tremendo retortijón.

Lo cierto es que así es mi trabajo, una montaña rusa de la que uno se quiere bajar durante el periodo previo al primer jalón, ya luego todo pasa muy rápido y al final uno se quiere volver a trepar al tren.

Van varias veces que pospongo postear, escribir cuentos, leer, o hace el quehacer porque tengo que trabajar y las mismas veces pospongo el trabajo por perder el tiempo en Internet (redes sociales para ser exactos).

No es por huevonada, admito que tengo un problema de atención, me cuesta trabajo concentrarme y más si se trata de un tema que no conozco. Ahora me pasa eso en el trabajo un día si y el otro también , pero a veces el hamster me corre más rápido de lo normal y entrego cosas buenas , aún pese a mis malos intentos de socialité financiera, lo cuales espero continúen.