martes, 14 de febrero de 2012

Amigos


El otro día caí en cuenta que me siento algo sola, estaba en casa y no había agarrado el internet para nada, no twitter, no facebook, nada. Me di cuenta de que a lo mejor si pasara algunos días fuera de contacto cibernético no se notaría, pero la alarma fuerte sonó cuando caí en cuenta que no había alguien lejos de mi madre, hermana y Leo, que supiera dónde estaba o qué estaba haciendo.

Tengo muchos, muchísimos buenos amigos, los quiero mucho y sé que de alguna forma ellos me estiman (mucho o poco, quizá nada y en algunos caso es más cordialidad) pero no tengo un mejor amigo o amiga que quiera compartir conmigo sus problemas o sus alegrías.

Es algo que viene con mi personalidad, supongo. Desde niña he sido la amiga gordita que no tiene muchas cosas interesantes qué decir, o que habla mucho y aturde, la que mira como todos se arremolinan en torno a alguien que brilla con luz propia.

He tenido la suerte de conocer a ese tipo de gente, los que caen bien y tienen lista de espera para salir y cosas así, son gente linda, no como en las películas donde ‘los populares’ son hijos de satán y sólo les importa verse bien.

No los envidio ni nada, pero pierdo el interés rápido porque no falta el que ‘es tu amigo’ y cuando conoce al sujeto o sujeta en cuestión hace lo que sea por convertirse en su mejor amigo y termina excluyéndote de los planes y hablando mal de ti (hueva total esa batalla por la atención de alguien).

Ya sé que lo que digo se lee como post de niña de secundaria pero me gustaría tener algún buen amigo que me quisiera mucho, lo suficiente para compartir conmigo sus alegrías (y no sólo enterarme de las buenas noticias por FB), y sus preocupaciones. No soy la opción número uno de nadie (lejos de mi madre y hermana) para llamar en caso de una emergencia , eso habla mal de mi, creo.

A veces creo que soy demasiado irritable y engreída para cultivar una relación de amistad, mi mejor amigo no familiar es mi novio pero me gustaría tener un mejor amigo con quien no tuviera tanta intimidad.

Me pone triste pensar que para algunos amigos que yo adoro formo parte de un subgrupo que se llama ‘gente que me cae bien pero que no vale presumir su amistad o invitar a salir’.

Cuando era niña tenía una amiga que se llamaba Diana, me contaba sus cosas y comíamos hierbabuena debajo de la cama de mi abuela, pasábamos horas en el jardín del rancho de mis abuelos en Tetepango y hacíamos tortillas a mano con mi abuela en la cocina. Creo que es lo más cercano que he tenido de una amistad verdadera y completa, extraño mucho esa sensación de complicidad.

No hay comentarios: